Propiedad
de la familia Moueix la cual se ocupa de todo el proceso de
producción y comercialización. Las bodegas Jean
Pierre Moueix garantizan el cuidado del viñedo y la vinificación,
son igualmente los distribuidores exclusivos para la exportación.
Los establecimientos Ducloc de Burdeos lo comercializan a los
detallistas del mercado francés.
Los vinos de Pétrus gozan de una
reputación legendaria, parecen reunir todos los superlativos
que se le atribuyen y la devoción raya en la mística
que los entendidos le profesan. Esta pequeña y sencilla
propiedad produce un Burdeos único, el vino más
concentrado y con los sabores más profundos. Sus grandes
añadas tienen una textura untuosa y una tal intensidad
al paladar que compararlo con un gran Oporto no parece exagerado.
Sin embargo con toda su intensidad, su plenitud y su riqueza,
el secreto de la grandeza de Pétrus reside en su remarcable
equilibrio y su penetrante aroma, que lo mantienen diferente,
no solamente a los otros Pomerol, sino también de todos
los Burdeos incluidos los más admirables.
Producido sobre un "botón"
arcilloso en medio de la meseta gravosa de Pomerol, el vino
de Pétrus se ha hecho celebre por su suntuosidad.
Pero es a las características del terreno del viñedo
a la que Pétrus debe su personalidad, en la superficie
o en profundidad, el terreno es de naturaleza arcillosa, contrariamente
a la de las propiedades vecinas, que están formadas
por una mezcla de gravas y de arena, o bien de arcilla y arena.
El Merlot crece maravillosamente en un suelo de esta naturaleza
y en consecuencia ocupa el 95 % de la finca, por otro lado
los viñedos son muy viejos, su renovación no
se efectúa sino después de haber cumplido sus
setenta años. A diferencia de otros muchos propietarios,
Mme. Loubat, después de las catastróficas heladas
de 1956, rehusó replantar sus cepas y esperó
simplemente algunos años para que éstas recobraran
su salud. Sin embargo, Pétrus no justificaría
su renombre si no fuera admirablemente administrado y si la
vinificación no estuviera garantizada por una gran
profesionalidad.
Bajo la dirección apasionada de
Christian Moueix, y del brillante enólogo Jean Claude
Berrouet, el Pétrus es objeto de múltiples atenciones,
como si fuera un niño de pañales. Durante las
vendimias, los racimos se cosechan después del mediodía,
cuando el rocío de la mañana se ha evaporado,
para evitar toda posible disolución de la calidad.
Después de que la fermentación haya tenido lugar,
se efectúa una estricta selección de las mejores
partidas, las que compondrán el PETRUS. Del mismo modo
que los Grans Crus del Médoc, el envejecimiento se
efectuara en barricas nuevas de roble.
Existe una gran cantidad de cosechas
fabulosas de Pétrus, que han llevado sin ninguna duda,
el precio a sumas vertiginosas,
los 1945, 1948, 1950, 1952, 1959, 1961, 1964, 1967, 1971,
1975, 1982 y 1985 forman parte de los vinos más fantásticos
que yo jamás haya bebido.
La decisión del propietario de
filtrar el Pétrus a partir de 1976 va en contra de
su imagen de vino sin compromiso. Si bien el Pétrus
puede ser impresionante, la idea que uno pueda tener de beberlo
pronto, porque está elaborado con cerca del 100 % de
Merlot, es falsa, la mayoría de las añadas de
Pétrus necesitan al menos de 12 a 15 años para
alcanzar su apogeo.
Una producción limitada
de unas 3.500 cajas de 12 unidades, obtenidas de sus 11,5
hectáreas, unido a la elevada demanda, hacen de él
un vino muy buscado
El extremado cuidado del viñedo, unido a una vinificación
prácticamente perfecta, cuidada en los más mínimos
detalles, hacen de Pétrus uno de los grandes vinos
del mundo.
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