En el Piamonte podemos
distinguir cuatro zonas: El Valle de Sésia, El Valle
de Dora Baltea, Las Colinas de Monferrato y las colinas de
Le Langhe.
El Valle de Sésia que antaño fue famosa por
zonas como Lessona, Bramaterra, Boca, Fara. hoy solo destaca
una de reciente Gattinara. El Valle de Dora Baltea con algunos
de los viñedos más abruptos de Europa, plantados
con la variedad Nebbiolo, cuando consiguen madurar produce
vinos con delicados perfumes.
Las Colinas de Monferrato producen el Asti Spumante, también
conocido como Asti, a base de uva Moscato, uno de los mejores
espumosos. También destacan algunos tintos elaborados
con Barbera, en algunos casos vinos bastante célebres.
Las colinas de Le Langhe, al sur de Asti y Alba, son más
pequeñas que las de Monferrato y de ellas destacan
dos zonas, los mejores del Piamonte, el Barolo y el Barbaresco.
Toman sus nombres de sus respectivos pueblos de origen. El
resto de zonas ostenta los nombres de sus respectivas cepas.
La superficie de Le Langhe cubre unos 2000 km2. El Barolo
ocupa 1190 hectáreas y el Barbaresco 490 hectáreas.
Las suaves colinas de la Langhe están formadas por
suelos de marga gris y blanca la “terra bianca”,
son antiguos sedimentos marinos muy ricos en minerales y oligoelementos,
en los que, forjada por el fuego del sol, templada por las
aguas de primavera y al amparo de las misteriosas brumas matinales
madura lentamente la “nebulosa” variedad “nebbiolo”.
Los romanos nunca valoraron mucho esta zona, Plinio no los
incluyó en la lista de los mejores vinos Italianos.
Aunque como dato curioso si que incluyó en su historia
natural a una cepa trepadora que soportaba la niebla como
ninguna, refiriéndose sin ninguna duda al nebbiolo.
El Piamonte posee un clima propio caracterizado por un verano
muy caluroso y húmedo, el invierno es frío y
largo aunque moderado por la influencia de los ríos
lo que provoca nieblas que limitan la visibilidad a poco más
de cinco metros.
A pesar de ser dos vinos relativamente jóvenes, pues
no tomaron forma hasta la segunda mitad del siglo XIX, cabe
recordar que hasta esa fecha nunca se había conseguido
concluir la fermentación para conseguir tintos secos,
se producían únicamente vinos dulces.
Fue un enólogo francés, Louis Oudart quien estableció
un método que ha permanecido inalterable hasta la década
de los ochenta. Aun así la historia vinícola
del Piamonte se remonta hasta los griegos o los etruscos,
sin que quede del todo claro. Aunque la tradición de
hacer crecer las cepas hacia arriba en árboles o palos
altos, o “etrusco”, es por lo menos un buen indicio.
El Barolo
Desde hace siglos es conocida la existencia de parcelas productoras
de vinos de más calidad, aunque no se han embotellado
por separado hasta hace relativamente poco, la mayoría
no lo hace, solo los de más calidad. El Barolo que
ocupa 1190 hectáreas está dividida entre prácticamente
la misma cantidad de viticultores.
El Barolo se encuentra en altitudes que llegan a los 500 m,
su suelo aunque está formado por gravas presenta considerables
diferencias en toda la región, la gran sensibilidad
de la Nebbiolo a estos cambios junto su dificultad para madurar
y a los microclimas nos da una enorme variabilidad en sus
vinos. Los grandes negociantes mezclaban y mezclan uvas de
diferentes zonas para producir un Barolo perfecto. La rotura
de este sistema a partir de los años sesenta con creación
de los vinos “Parcelarios” ha supuesto una verdadera
ruptura entre los productores tradicionalistas y los innovadores.
Barbaresco
La denominación Barbaresco se encuentra en la comarca
de Alba, en el valle del Tanaro. Es un fascinante lugar medieval
donde las viñas y las vides florecen en calles estrechas,
en filas ordenadas que van a parar siempre a una iglesia de
piedra y a una plaza donde juegan los niños y duermen
los ancianos.
El Barbaresco posee un suelo más uniforme que el del
Barolo y un microclima más cálido, debido a
la altitud, en cotas que alcanzan los 400 m., lo que propicia
una maduración más temprana del Nebbiolo.
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