Uno de los vinos más agradables que se pueden encontrar es seguramente el Champagne.
Es fruto de un método sofisticado, fruto en parte del azar, de la naturaleza y de la reflexión humana. Las condiciones geográficas de la Champagne no son precisamente las ideales, baja insolación, elevada pluviometría, producían un vino de escasa graduación. Ciertamente nada hacia presagiar que este pequeño vino diera origen a uno de los mejores vinos del mundo.
El frío propio de la zona, provocaba que una parte de los azúcares no fermentaran, y espontáneamente en primavera, generaran una segunda fermentación, que provocaba un fino burbujeo, algunas botellas llegaban a estallar, eran conocidas como revienta-tapones.
Mucho antes de que se elaborasen vinos con burbujas, los vinos de la Champagne eran muy habituales en París, donde se conocían como vins de la rivière o vins de la montagne. El río era el Marne; la “montaña”, la elevación boscosa que se alza hasta los 300 m y que separa París de la ciudad de Reims.
Los factores de la calidad son varios, el suelo, la latitud juntamente con una temperatura templada, y un delicado equilibrio entre azúcares y acidez. Este último factor explica en parte la larga vida en botella del Champange.

primeras marcas en champagne
En Champagne se utilizan tres tipos de uvas. Hasta hace poco, la más cultivada era la Pinot Meunier, una variedad afín a la Pinot Noir, claramente frutada, pero no tan fina. Todavía proporciona el vino base para muchos Champagnes, a excepción de los mejores, pero la Pinot Noir la ha superado y se ha convertido en la uva más plantada de la región. La Chardonnay, por su parte, posee un porcentaje cada vez mayor. El Champagne elaborado únicamente con Chardonnay recibe el nombre de Blanc de Blancs.
Los mejores Champagnes pueden conservarse, después del descorchado, si están correctamente guardados entre diez y más años.